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Aires de libertad - Vive del arte

Aires de libertad

6 de abril de 2025 Juan Mora 0 Comentarios

Es casi medio día, está a punto de llover y veo cómo la gente se apresura para evitar la lluvia. Yo estoy sentado tomando un café en un estado lento y relajado, en un instante en que me siento agradecido de poder usar mis ojos, mis manos y mi cerebro para escribir estas letras.

…me dispongo en acto de rebeldía a escribir a mano y dejar que la letra fluya de mi mente al papel…

Mi letra parece haber empeorado, creo que mi último escrito fue en junio del año pasado, pero a pesar de mi pobre caligrafía y tal vez, el estado de mi cerebro un poco más lento al procesar las ideas, me dispongo en acto de rebeldía a escribir a mano y dejar que la letra fluya de mi mente al papel y no desde las comodidades o facilidades que podría ofrecer la tecnología.

Escribir es como dibujar representando mundos imaginarios a través de los signos y los significados. Escribir para mí es una necesidad, confesando y reconociendo que no tengo la más mínima formación en aspectos técnicos referentes a la escritura, como en otras ocasiones lo hago por puro placer y como una forma de encontrarme con áreas profundas de mi ser.

Entonces, si escribir es dibujar a través de la combinación de letras, hoy lo que quiero es dibujar un boceto un poco esfumado de lo que podría y debería ser mi vida en lo porvenir.

Autómatas

En el lenguaje de los jugadores de video juegos existe un término llamado NPC (Personaje no jugable), una especie de ente que es controlado por el mismo programa, como autómata, robot, zombi, o ser sin capacidad de autonomía y pensamiento. Pues cierto día, en una conversación con uno de mis hijos, este se refirió a una persona que vio en la calle comparándola con un NPC por la forma en que se comportaba.

Esta comparación me hizo reflexionar acerca de temas como el libre albedrío, la predestinación y el sentido de la vida. El caso es, que todos los días, los seres humanos nos vemos casi obligados a repetir tareas relacionadas con el mantenimiento personal, la familia, el trabajo y cualquier serie de actividades que hacen parte de nuestro estilo de vida.

“Si lo que hacemos es lo que nos define y muchas de las cosas que hacemos no las elegimos, entonces ¿Qué o quien determina lo que somos?”

— Juan Mora

Con el paso de los años, muchas de esas actividades se quedan como rutinas, hábitos o costumbres que hacemos sin tener consciencia de ello y en cierta manera configuran parte de lo que somos.

Por otra parte, a nuestras costumbres van llegando otras actividades que no estaban en nuestros planes, pero vamos adentrándonos en ellas por imposición de los sistemas de poder por lo “fácil que hacen nuestras vidas”, porque son la tendencia actual o porque nos suman tiempo de entretenimiento. Las adoptamos y se convierten en parte de nuestra normalidad cotidiana.

¿Qué criterio usamos para adoptar nuevas costumbres y desechar otras? ¿Hasta qué punto decidimos y elegimos nuestros quehaceres? ¿Estamos seguros de lo que queremos y aceptamos como modo de vida? ¿Seguimos la corriente sin saber a dónde conduce? ¿Nos movemos en la dirección de un rebaño al que pertenecemos sin la posibilidad de otros rumbos? ¿Podemos emanciparnos y gozar de nuevos aires de libertad?, si lo que hacemos nos define y muchas de las cosas que hacemos no las elegimos, entonces ¿Qué o quién determina lo que somos?

En verdad no lo sé, a veces pienso que la batalla está perdida, que rebelarse contra el establecimiento conduce a una vida de sufrimiento y aislamiento insoportable, que es más fácil y cómodo seguir en la ruta del autómata que se ha adaptado a la pauta social uniformándose para pasar inadvertido evitándose molestas miradas de rechazo de la masa sedada por los mecanismos de manipulación, pero otras veces me siento enardecido como un caballo brioso e indómito que a vista de sus observadores es juzgado de loco, desadaptado o raro.

De cualquier manera, me causa miedo parecerme a un NPC. Un miedo existencial, un miedo profundo de haber estado aquí con la idea de que la vida no tiene sentido, pero peor aún, llevándola día tras día sin haberle creado uno. Miedo de seguir agachando la cabeza ante la voluntad de una élite que con sus métodos de atracción persiste en seducirme para arrebatarme el efímero aroma de libertad que aún conserva mi espíritu.

Entonces, me aferro a una posición, la de continuar rebelde, libre y apasionado. Terco y obstinado en la dirección de mis impulsos, me lleven o no a un destino deseado, pero eso sí, levantando la frente al haberlo intentado.

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