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Conocerse a sí mismo - Vive del arte

Conocerse a sí mismo

5 de julio de 2024 Juan Mora 0 Comentarios

Conocerse a sí mismo es una empresa de las más dignas de tomar. Es el compromiso con uno mismo de romper con el determinismo y abrir la posibilidad, al reconocerse, de tomar con responsabilidad el rol de diseñador de la propia vida.

Conocerse a sí mismo es hurgar en lo profundo de tal manera que pueda uno descubrir la belleza interior y limpiarla del polvo que la opaca, de la maleza que la abruma.

Conocerse a sí mismo es, comprender que a lo largo de la vida la esencia pura de la existencia se ha ido comprimiendo por la presión de cada capa de condicionamiento que va imponiendo la cultura salvaje de nuestro putrefacto sistema.

Conocerse a sí mismo es hurgar en lo profundo de tal manera que pueda uno descubrir la belleza interior y limpiarla del polvo que la opaca, de la maleza que la abruma.

Conocerse a sí mismo, asumirse desde la condición actual y proseguir la marcha, no por el camino trazado sino por la senda de lo consciente, es la honestidad del alma inquieta y rebelde que no se ha conformado con la manifestación básica y primitiva como una manera de vivir.

Sublime aventura

Conocerse a sí mismo es liberar la carga del condicionamiento, para hallar placer y deleite en lo sublime y lo profundo, aquello que está más allá del bien y del mal, esos estados supremos que elevan el alma y la embellecen cual obra maestra.

Reconocer la inagotable riqueza del ser que se vale de cualquier situación para conducir la vida a la grandeza a pesar de la incomprensión o inadvertencia de quien pasa de largo.

Conocerse a sí mismo, es penetrar las cubiertas de la personalidad, romper con la fachada y desnudar el alma de modo que esta se exprese y manifieste pura, honesta, sincera y libre de vergüenza, real y singular como aquella representación del artista que surge de una profunda inspiración.

Conocerse a sí mismo, es entender que aunque se navega por mares que fluctúan entre lo misterioso y lo incierto, la vida puede ser una fascinante aventura si se la vive de manera consciente. Y ser consciente no es más que hacer de sí mismo una especie de observador externo y meditabundo que en lugar de prejuicios se sostiene desde la compasión consigo mismo y con el otro.

Al meditar, el alma encuentra reposo y el caos paulatinamente se sublima a un estado de orden y equilibrio. Ya no se piensa sino que se intuye y el ser empieza a transcurrir de forma fluida y liviana, puesto que se ha librado del ruido, la dispersión y el agobio mental.

Si hay algo de elevada consideración para el ser humano, es profundizar hacia el universo de lo interior, pues allí yace una fuente abundante de sabiduría, donde los tesoros invaluables desbordan como corriente inagotable para que este pueda ser dador de un amor puro, verdadero e inquebrantable. Se puede perseguir cuanto sueño albergue el alma y de cualquier forma, esto adquirirá sentido y apasionamiento, pero si no se rescata la esencia propia, resguardada en lo más recóndito del ser, estos sueños no pasarán de ser simples logros que sacian la ansiedad momentáneamente, sin embargo quedará un vacío extraño a causa de la desazón y la disociación del alma.

Así que, si hay anhelos por los qué luchar, tendría el hombre en primera instancia qué percatarse de quién es verdaderamente y así, facilitar el surgimiento de una sana armonía entre su mundo interior y lo que este refleja.

“Conocerse a sí mismo, es caminar en una travesía de amor propio que se reconoce a la vez en el otro.”

— Juan Mora

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