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Cambiar y emprender - Vive del arte

Cambiar y emprender

23 de abril de 2025 Juan Mora 0 Comentarios

El cambio, esa dinámica presente y constante, tan natural al ser humano que comúnmente se desdibuja en el inconsciente de modo que en gran parte de nuestro existir pasa desapercibido.

Presente y constante, porque se refleja en cuanta transformación vemos. Cambia nuestro cuerpo, cambia el sentir y el pensar, cambia la perspectiva con la que abordamos el día a día, la vida, las relaciones. Cambia el entorno, a mejor o a peor. La naturaleza del cambio manifiesta la vida, la fuerza, la energía, las virtudes y también la miseria, lo vil del ser humano.

La naturaleza del cambio manifiesta la vida, la fuerza, la energía, las virtudes y también la miseria, lo vil del ser humano.

En la historia de la humanidad, el cambio ha estado ligado a la actitud de emprender. Emprender no es una moda de la actualidad, quizá es más notorio el concepto por toda la influencia del marketing moderno y la economía capitalista. Pero el ser humano ha emprendido siempre porque el solo hecho de vivir implica grandes desafíos.

La actitud de emprender

Y es que, emprender es eso, comenzar, iniciar un reto, un desafío, enfrentar desde una actitud creativa cualquier circunstancia exigente que se atraviesa en el río de la vida.

Por ello, el cambio toma protagonismo en la historia humana, pues a raíz de las situaciones que se presentan en la cotidianidad, la persona se ve presionada a salir de la inercia y tomar acción en busca de soluciones o en el peor de los casos, a tomar algún atajo para evadir la situación.

“Emprender es enfrentar desde una actitud creativa cualquier circunstancia exigente que se atraviese en el río de la vida.”

— Juan Mora

Emprender entonces, no debe ser tomado exclusivamente como aquellas acciones para desarrollar e implementar una idea de negocio. Yo, personalmente lo vería como un compromiso de asumir el cambio con seriedad, ese cambio que envuelve y contiene la integralidad del ser, es decir, un compromiso bello con la vida.

Todos experimentamos la necesidad del cambio, en diferentes estancias, situaciones, contextos o realidades que nos generan incomodidad o tal vez, aburrimiento. También, hay momentos en la vida en que nos sentimos obligados al cambio estando, por ejemplo, en un ambiente de comodidad, por lo que nos resistimos a ello y nos revolcamos pataleteando como pequeños críos, pero la resistencia se agota y a regañadientes lo asumimos.

Pero, alguna vez nos hemos preguntado ¿Cómo sería la existencia sin ese concepto de cambio presente y latente? ¿Nos acomodaríamos más? ¿Seríamos más rezagados? ¿Qué tipo de vida podríamos llegar a construir?

Si en este momento hago una sencilla recapitulación de algunas de mis vivencias, en mi sentir va surgiendo la expresión del agradecimiento puesto que, en momentos de dolor, sufrimiento, adversidades, precariedad y escasez, desesperanza o depresión, han surgido a la vez virtudes como la paciencia, el coraje, la determinación, la ilusión y la fe, la osadía y la actitud para emprender hacia el cambio a un estado mejor.

Por tanto, el sentimiento de incomodidad, de desasosiego y desacuerdo, siento que debe asumirse como una señal, un indicador para la creación de una nueva realidad y también como el combustible que permite encender la chispa para emprender el camino en la dirección de los sueños, de los anhelos resguardados en las profundidades del alma, o de novedades iluminadoras para continuar cabalgando sobre una vida inspiradora y placentera sin la omisión o la indiferencia sobre lo que represente carga, miedo o dolor.

Cambiar no es un estado anclado a una época específica de la vida, como tampoco emprender debe estar ligado solo a mejorar las finanzas personales. Ambos conceptos se tornan en fuerzas superiores y vigentes mientras se quiera tener una actitud de sentido y propósito en la vida, una posición responsable y valiente de asumir el control en lo que respecta al ser, de dignificar la vida y elevarla a una estancia que supere la tiranía del individualismo de modo tal que nuestras acciones permeen bienestar no solo sobre sí mismos sino también sobre nuestro entorno social.

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