Lluvia que te atraviesas en mi vereda, cómo recuerdo cuando eras mi amiga. Sí, aparecías inoportuna y gélida en las mañanas de mi vigor y coexistíamos entre la aventura y la ingenuidad. Transformabas la atmósfera y me arrojabas imperante a ambientes espontáneos a los que mi espíritu juvenil se adaptaba complaciente, siguiendo tus intensiones de las que emanaban instantes como gotas de agua empapando mi ser de preciosos recuerdos.
Hoy me sales al encuentro ilusa y ansiosa como si fuera yo guadual biche, maleable y danzarín, empero pasas resbalando por mi capa de costumbres y de estancias quisquillosas a las que me ha conducido mi variopinto andar.
Cuanto quisiera tomarte de la mano y saltar por doquier, dejar que me salpiques de alegrías y perderme en la niebla de tu etéreo espacio como espectro que se esfuma ligero y suave, casi inadvertido.
¿Cómo reconciliarme contigo musa de mis bellos días? ¿Abrazarte y no enemistarme más contigo?
Gotas y rocío
Por mi ventana empañada diviso tu presencia, las tejas denotan tu rítmico canto y al asomar mi vulnerabilidad, tus grises cautivan la sensibilidad de mi alma y estabilizan mi pasión. Cierro los ojos y pacto contigo, te recibo de brazos abiertos mirando a lo alto, me bautizas con gotas que refrescan y recorren todo mi ser, ahora somos unidad, cómplices inseparables, la prueba fue el rocío que permeó mi piel.
Se ilumina mi alma de tenue luz cuando te esfumas insospechada y serena, agradezco tu cortés visita y me despido sonriente, pues de frescura has bañado mi espíritu y de romántico ambiente me has cubierto. El aire que dejas conserva tu aroma de tierra mojada, recuerdo de tu presencia y esperanza de tu retorno, mientras yo me sumerjo meditabundo en ese frescor que en tu bondad me has concedido.
“Lluvia que despiertas mis sentidos, sigue mojándome para sentirme vivo y reconocer mi naturaleza, esa que se manifiesta espontánea, soñadora y libre.”
Versos mojados
Lluvia que te atraviesas en mi vereda, cómo recuerdo cuando eras mi amiga. Sí, aparecías inoportuna y gélida en las mañanas de mi vigor y coexistíamos entre la aventura y la ingenuidad. Transformabas la atmósfera y me arrojabas imperante a ambientes espontáneos a los que mi espíritu juvenil se adaptaba complaciente, siguiendo tus intensiones de las que emanaban instantes como gotas de agua empapando mi ser de preciosos recuerdos.
Hoy me sales al encuentro ilusa y ansiosa como si fuera yo guadual biche, maleable y danzarín, empero pasas resbalando por mi capa de costumbres y de estancias quisquillosas a las que me ha conducido mi variopinto andar.
¿Cómo reconciliarme contigo musa de mis bellos días? ¿Abrazarte y no enemistarme más contigo?
Gotas y rocío
Por mi ventana empañada diviso tu presencia, las tejas denotan tu rítmico canto y al asomar mi vulnerabilidad, tus grises cautivan la sensibilidad de mi alma y estabilizan mi pasión. Cierro los ojos y pacto contigo, te recibo de brazos abiertos mirando a lo alto, me bautizas con gotas que refrescan y recorren todo mi ser, ahora somos unidad, cómplices inseparables, la prueba fue el rocío que permeó mi piel.
Se ilumina mi alma de tenue luz cuando te esfumas insospechada y serena, agradezco tu cortés visita y me despido sonriente, pues de frescura has bañado mi espíritu y de romántico ambiente me has cubierto. El aire que dejas conserva tu aroma de tierra mojada, recuerdo de tu presencia y esperanza de tu retorno, mientras yo me sumerjo meditabundo en ese frescor que en tu bondad me has concedido.
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